jueves, 17 de junio de 2010

CAPITULO 3(CUENTAS CLARAS CONCERBAN LA AMISTAD)

Lucia salto de la cama se había quedado dormida, y se le había pasado la noche y se había dormido, vestida y con el celular apagado en el pecho, corrió al baño, no tenía tiempo ni de bañarse, ya estaba llegando tarde, se lavo la cara, una pasadita por agua para refrescarse y despertarse, se vistió, busco su mochila y salió directo al liceo.

Ya todos estaban adentro en clase cuando ella llego, abrió la puerta de su salón, pidió disculpas a su profesara y se sentó en su lugar. La mañana para ella paso sin pena ni gloria, fue casi un zombi todo el día, participio lo menos posible de la vida social del Liceo y se limito a estar de cuerpo presente, porque mentalmente sus pensamientos estaban en algo totalmente distinto, era la cara o la expresión que tenia Enzo la tarde anterior cuando se cruzaron, lo que la había abstraído del mundo por esos momentos. Cuando llego a su casa, apenas comió y se sentó en la computadora, pero al conectarse, le llamo sumamente la atención no ver a Enzo conectado, ya que esa era la hora que mayormente chateaban, en el impase que ella tenía libre entre el liceo y su trabajo en la tienda de artesanías, y el tenia el descanso para almorzar en su trabajo.

Enzo, ese día no dio señales de vida, se reporto enfermo en su trabajo y no salió de su habitación, se estaba hundiendo en una gran depresión, no tenía fuerzas para nada, y estaba perdiendo hasta las ganas de vivir. El cruce con Lucia la tarde anterior lo había destruido, la no expresión de ella en ese momento, lo había dejado con tantas dudas, tantos misterios para el de lo que podría estar pasando por la cabeza de ella. No terminaba de comprender muchas cosas, sobre las razones que ella le había dado para terminar la relación, y en ese momento donde parecía estar tan bien.

Ya pasada las dos, Lucia salió para su trabajo, aparentemente estaba bien, inmutada como de costumbre, pero tenía la mirada perdida, la situación en la que Enzo estaba la tenía muy preocupada, quería mandarle un mensaje pero no se atrevía, así que le mando un mensaje a David, para que hablara con él y lo ayudara.

Ella sabía que a David lo escucharía o por lo menos hablaría con él. En momentos era la única persona con la que Enzo se abría, en esos momentos que lo lastimaban y era cuando más se cerraba. David trato de ir cuanto antes a la casa de Enzo a intentar hablar con él. El mensaje de Lucia fue una llamada de atención para él.

Cuando David llego a la casa de Enzo, entro directo a su cuarto, ya ni necesitaba golpear o pedir permiso, pero como nunca la habitación estaba trancada, solo se podía escuchar las canciones de blues, logro entrar y se sentaron a conversar con su amigo largo rato. El sabia que Enzo estaba mal, y como este lo había ayudado innumerable cantidad de veces, ahora era momento de ponerse a mano, por más que ambos sabían que este no era un favor para ponerse a mano.

David salió de la casa de su amigo, sabiendo que la respuesta a toda la situación, si alguien la tenia era de Lucia, pero antes llamo a su novia, nadie conocía mejor a Lucia que ella, ya que eran amigas desde hacía muchos años, paso por su casa y juntos fueron a la tienda a espera a Lucia. Cuando salió salieron a caminar los tres, y se sentaron en la plaza, charlaron mucho de todo un poco. Pero llegaron a la única conclusión de que Enzo y Lucia tenían que sentarse a hablar, no antes de que Lucia entendiera lo que estaba pasando por su propia cabeza.

Para el viernes, Enzo accedió a salir con David a tomar unas cervezas, no irían a ningún lugar donde fuera mucha gente para no tener que cruzarse con Lucia. La Caverna, era el lugar perfecto, estaba completo de amigos, música tranquila, y no era para nada popular, lo que dejaba relajar a Enzo con respecto a su situación con Lucia.

Lucia vio pasar a los dos chicos, ellos no la vieron, sabía exactamente donde iban, conocía la ciudad, los conocía a ellos y cómo funcionaba la mente de Enzo. Pero ella también quería distraerse y para eso apago su celular, evitando de esa manera caer en la tentación de mandar algún mensaje.

Ni bien llegaron Enzo y David saludaron a todos, David, se puso a conversar con los que estaban en una esquina hablando de lo que harían el próximo carnaval, caja de vino de por medio, a lo que él se sumo. Mientras que Enzo fue se sentó junto a la barra y pidió un Johnny doble, tenía pensado emprender una carrera hasta el colapso, como lo hacía siempre que algo andaba mal, dejaba su total autocontrol para perderlo en el alcohol.

Avanzada la noche, Lucia no pudo controlar su instinto, y mando un mensaje, pero no a Enzo, sino a David. Cuando este lo leyó, sabía que era momento de que ambos se sentaran a hablar de una vez por todas.

Muy callado, salió hacia afuera, “voy a fumar un pucho y a llamar a mi novia”, se excuso frente a uno de los chicos con los que estaba hablando, mientras salía dejando cerrar la puerta detrás de él.

No fue nada mentira lo que dijo frente a su amigo, primero saco un cigarrillo de su bolsillo, lo encendió, y se detuvo unos segundos mientras lo fumaba, tomo su teléfono y llamo a su novia. Le preocupaba, la situación de su amigo y de la forma que estaba tomando esa noche, a ella también le preocupaba el estado de Lucia, ambos como buenos amigos decidieron actuar en complicidad y mantenerse en contacto, casi como una operación comando, coordinando de ahí en adelante cada movimiento.

David sabía que era muy difícil desestabilizar a Enzo, por más alcoholizado que él estuviera, el lograba deducir las cosas, también sabia que se ponía más testarudo que de costumbre y no podría convencerlo de ir al Pub, así que tenía que engañarlo.

Cuando entro de nuevo al bar, le saco el vaso de whisky a su amigo, se lo tomo casi de un trago, a lo que este reacciono.

- ¿Qué haces boludo?, dijo fuerte Enzo

- Nos vamos de “gira”, respondió David

Y salieron los dos, en el auto, yendo por cada whiskería de la ciudad, solo tomando cerveza, escuchando algo de música.

Mientras que las chicas ya se habían aburrido del Pub, se iban para su casa, se encontraron con, la camioneta, de David, en la que obviamente iban David y Enzo.

David y su novia hicieron que parezca un hecho fortuito, después de todos ellos eran una pareja y nadie les podía decir nada. Las chicas iban atrás, pero solo David su novia hablaban, ellos eran muy de compartir su intimidad con sus amigos, y no fue esa una ocasión para ser diferentes, parecían actuar como si nada pasara, como si los otros dos ocupantes del vehículo, que eran sus mejores amigos, no habían terminado una relación de años.

Mientras unos hablaban Enzo y Lucia, miraban para distintos lados, estaban separados solo por la distancia del espesor del asiento del acompañante, pero estaban seguros de no querer hablarse, Lucia súbitamente le pidió a David que se detuviera, para poder bajarse, el no dudo ni un instante en hacerlo, no tenía ninguna razón para hacer lo contrario. Lucia se despidió de todos menos de Enzo, y se bajo, el no era lento, además la conocía bien y a pesar de estar bastante ebrio, noto la señal que ella le había enviado, así que prácticamente cayo del coche al abrir la puerta, le costo reincorporarse pero pudo hacerlo solo, incorporarse y salir caminando en zigzag detrás de Lucia, que iba de brazos cruzados y con la cabeza gacha. David y su novia se había ido inmediatamente, sabían que no tenían nada más que hacer allí, ya los habían ayudado o al menos acercado lo suficiente y era momento de dejarlos solos que solucionaran sus cosas entre ellos.

Como si fuera escrito por el mejor guionista de Hollywood, empezó a llover, de manera bastante fuerte, Enzo se apresuro a ponerle por encima su campera a Lucia para cubrirla un poco y abrigarla, ella no se resistió, pero lo tomo de la mano y lo llevo hacia un techo para poder refugiarse cuando la lluvia comenzaba a arremeter mas y mas.

Ambos se conocían muy bien, sabían, que ella estaba vulnerable en esa situación, que algo la molestaba, y que él en ese estado de ebriedad era más frontal y sincero que nunca, diciendo a veces las cosas que en su lucidez solía guardarse para sí. Por un momento mientras corrían para refugiarse y al llegar debajo del techo, la magia entre ellos dos pareció no haberse terminado nunca, un segundo de miradas y sonrisas mutuas, les basto. El sabia que algo seguía habiendo en ella, pero no podía entender que era lo que estaba pasando por su mente, aun había una barrera, esa que él nunca había podido romper y ahora estaba más fuerte que nunca, por lo que la miro a los ojos, y le hizo sabiendo que ella le respondería, esa pregunta que lo había estado atormentando por tantos días. “¿Por qué?”. Ella agacho la cabeza, no podía soportar mirarlo a los ojos, veía que esa pregunta venia cargada de mucho dolor, ese dolor que él estaba sintiendo, pero le recordó que a ella también le estaba causando dolor, que estaba siendo presa de sus actos.

No despego los ojos del piso, y mirando fijamente sus pies intento explicarlo, sin esperar que él estuviera de acuerdo con la explicación, sino solo para dar su punto de vista, aun así tenia le leve esperanza de que el la comprendiera un poco.

Con voz quebrada, los ojos inundados a punto de estallar en lagrimas y un nudo en la garganta que apenas la dejaba hablar, le explico, que ella había terminado la relación, por lo tanto que lo amaba, y por contradictorio que pudiera parecer, ella no quería que el dejara toda su vida, esa carrera que estaba empezando y esos sueños que él le había puesto antes de conocerla, solo para apoyarla, haciendo al revés de muchas parejas a lo largo de la historia. Ella tan orgullosa quiera triunfar, y esa decisión que ella tenía para sí misma en la vida, era quizás lo que más amaba el de ella, y ya había empezado a acomodar todo para salir atrás de ella, seguirla y apoyarla hasta el fin del mundo, solo para que cumpliera sus sueños, relegando los de el mismo. Pero no pudo soportarlo más, no soportaba recibir tanta atención y corto por el lado más doloroso. A pesar de tenerlo a sus pies, y amarlo más que nada en el mundo, no soporto, ser el centro del mundo para alguien y termino ahí la relación.

Después de terminar su explicación, ella lo miro con esa mirada triste que tanto lo podía, y lo vencía. La entendió y comprendió en cada palabra, solo que cuando ella le pidió perdón, el le dijo que ella nunca le había tenido que pedir perdón por nada en su vida a él y esta no era una situación distinta. La lluvia que hasta ese momento era torrencial se calmo casi de golpe, y ellos salieron caminando, como amigos, como ex novios, como dos personas que se querían mucho, y habían decidido separar sus vidas, quizás por un tiempo o quizás para siempre, pero no distanciarlas demasiado solo estar cerca no juntos.

Enzo cumplió el ritual, de cada domingo de mañana cuando el sol comenzaba a asomar a la salida del baile, y acompaño a Lucia hasta la puerta de su casa. Se despidieron con un beso de amigos, y el dejo correr un susurro en la oreja de ella un leve pero sonante “todavía te amo y siempre lo voy a hacer”, ella cerró los ojos y dejo que su cara se alejara suavemente, pero no se retuvo ese “yo también”, que sentía desde lo más profundo.

Con una extraña sonrisa en la cara el salió caminando de manos en los bolsillos y la frente alta dándole la espalda, rumbo a su casa, mientras ella espero a perderlo totalmente de vista para cerrar la puerta y terminar de entrar a su casa. Aun tenía los ojos vidriosos, cuando estaba ya acostada, le sonó el celular, era Enzo que le regalaba “el último poema de amor”.

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