Enzo estaba
destrozado, sabía desde hacía mucho tiempo que su amor por Lucia no había
disminuido en lo más mínimo, pero pocas veces lo admitía en voz alta. Al pasar
una noche despierto mirando los recuerdos que tenia de Lucia. Aún conservaba la
carta que ella le había dado antes de partir, en aquellos tiempos que eran
jóvenes y estaban dispuestos a conquistar el mundo. Recuerdos de un corazón
roto que quería sanar y volver a vivir. Pero ahora ese corazón había sanado y
estaba más vivo que nunca, era fuerte, había crecido y estaba cada vez más
dispuesto a lograrlo.
Enzo estaba
especialmente reflexivo esa noche, hacía más de un mes que había estado con
Lucia y no podía sacársela de la cabeza, necesitaba salir, distraerse, por lo
que tomo la camioneta y manejo hasta el centro.
Fue a un Pub, era
uno que estaba hacía mucho tiempo, pero hacía mucho tiempo que no iba, llego,
se sentó y pidió una cerveza, cuando estaba tranquilamente tomando, por la
espalda se le acerco alguien y le pregunto “Enzo, ¿Qué haces acá?”, cuando se
dio vuelta, no lo podía creer, era Luz, había vuelto de Europa y tenía unos
días libres antes de irse a entrenar con la selección, él no había vuelto a
hablar con ella desde que terminaron.
Ella estaba con
unas amigas, pero se quedó con el conversando toda la noche, recordando el
tiempo en el que estaban juntos, contándose de sus vidas. Ella se sorprendió
mucho de que él se había casado, pero no le sorprendió para nada de que se
hubiera divorciado, “pocos saben más que yo lo difícil que sos”, le dijo ella
en un evidente tono de broma.
Luz estaba usando
un pequeño departamento en el centro que era de su familia, esa noche
terminaron juntos.
La situación con
Luz en cuanto a los sentimientos que tenía Enzo, era parecido a lo que sentía
por Lucia pero no tan intenso.
Dada las
circunstancias, no de extrañar que ella lo invitara a quedarse, la escusa fue
que no debería manejar hasta las afueras después de haber tomado alcohol.
Después de pasar
una buena noche por la mañana mientras desayunaban y conversaban de muchas
cosas, el la invito a pasar el día en su casa. No hubo dudas de que querían
pasar un día juntos, se lo debían. Ella iba a partir, a seguir con su gran vida
como deportista internacional, mientras que él tenía que seguir también con su
vida.
El viaje demoro
algo más de treinta minutos, sin incluir las paradas, para comparar comida,
mientras iban en el auto, escuchaban música y cantaban totalmente desafinados,
pero se divertían mucho.
Ya en casa de Enzo,
ella se pasó un buen rato mirando los cuadros que estaban en la pared, haciendo
comentarios de todos que nunca había visto, hasta se sorprendió de aparecer en
uno de ellos, aunque no era una foto de ellos dos solos, y como había pasado
con Lucia era una foto de grupo, “que buenos tiempos”, dijo señalándole a Enzo
esa imagen en particular, los dos se rieron, mientras él le abría la puerta
para que saliera y conociera a sus dos compañeros que estaban en el patio
trasero, eran dos perros grandes que impresionaron a Luz en el primer momento,
pero la reconocieron como amiga de Enzo y no tardaron en ponerse a jugar, los
dos caninos no eran para nada agresivos, si bien eran grandes aun eran jóvenes
y muy juguetones, cuando reconocían que no había peligro con esa persona. Ambos
pasaron un gran día, además de mostrarle la casa Enzo también le mostro su
moto, jactándose de que ahora era un deportista también, pero ella en eso si no
podía tomarlo en serio, él le cocino, la trato como el sabia tratar a una
invitada, y ella recordaba los buenos tiempos que siempre la consentía en lo
que podía.
Cuando llego la
noche, él la llevo a su casa, se despidieron, pero con la condición de no
volver a perder el contacto de esa manera.
Después de dejarla
se fue a su casa, pasó por una casa de
comida a comprarse algo de cenar y continuó para su casa. Enzo solía darle cada
vez más importancia a las coincidencias, como una noche estando melancólico
pensando en Lucia, salió y se terminó encontrando con la mujer que ocupo el
siguiente lugar en su vida, con Luz, pasaron un gran día juntos, fue la
distracción justa y necesaria.
Luz fue en su vida,
alguien que lo iluminaba en malos momentos, y eso le parecía más aun un juego
audaz del destino. Cada vez que los pensamientos y la distancia con Lucia se
hacían difícil aparecía ella, lo distraía un poco y lo despejaba.
Después de cenar,
Enzo como siempre le abrió la puerta para que sus perros entraran, corrió detrás de ellos hasta que se
tranquilizaron, dejaron de desordenar y se fueron a su cama. Como todas las
noches él tuvo que luchar por recuperar un pequeño lugar en la cama para poder
acostarse, dormía cómodamente y se sentía muy acompañado por sus mascotas a las
que quería.
Enzo se despertó
temprano, cuando los perros empezaron a hacer ruido para poder salir, pero un
sueño que tuvo por la noche, lo dejaba pensando, no paraban de aparecérsele
imágenes de Lucia, hacía mucho tiempo que no le pasaba eso, estaba bastante
contrariado, no dejo de pensar en ello, ni durante el desayuno, ni durante el
viaje a su trabajo, ni en su trabajo.
Desde la última vez
que la vio, ya no había vuelto a tener contacto con ella, no sabía de su vida,
y por alguna razón no podía sacársela de su mente, pero ahora era mucha la
distancia que los separaba, muchos años desde que su relación había terminado,
y justo cuando creía que ya lo había superado, el sentimiento por ella le caía
como una roca que no podía sacársela de encima.
Cuando su vida daba
vueltas, cuando todo era muy confuso y necesitaba tomar una decisión
importante, no tenía ninguna duda de que tenía que recurrir a su amigo. “Tengo
a Lucia acosándome en mis sueños HELP!!!”, fue el mensaje que le mando a David,
en clara señal que necesitaba hablar con él lo más pronto posible, “nos vemos
en el local”, fue la respuesta.
Cuando estaba cerrando Enzo, llego David, se
pusieron a conversar de todo lo que tenían que hablar, David como buen amigo,
lo escucho, le aconsejo y hasta lo reto un poco por esa actitud de adolescente
enamorado que tenía su amigo, sabía que cuando se ponía así, podía hacer
siempre alguna locura.
Pero llego tarde
para el último consejo, la locura ya estaba en marcha. David casi lo mata en
ese momento, cuando su amigo le dijo que vendía su empresa, esa que tanto le
había costado levantar de la nada, que el mismo había sido testigo. La locura
de turno en la mente de Enzo era vender la totalidad de la empresa, pero
dividido en dos partes el 51%, ya había preparado los papeles con su abogado
para cedérsela a su amigo David, mientras que buscaría un socio inversor que
quisiera quedarse con el 49% restante, eso lo dejaría a Enzo sin más que hacer
en la empresa y con una buena cantidad de dinero en su cuenta bancaria.
David se negó en
primer momento, pero los argumentos de Enzo eran irrefutables, de todos modos,
le estaba cediendo un capital importante, en total confianza, una empresa que
prácticamente ya marchaba sola.
A los pocos días,
firmaron los papeles correspondientes a ese trámite, y al poco tiempo su
abogado consiguió un interesado en invertir en el 49%, después de varias reuniones,
se decidieron y firmaron todos los documentos correspondientes.
Enzo ya sin
trabajo, con una buena cantidad de dinero en la cuenta del banco, y con mucho
tiempo libre, sabiendo que su querida empresa estaba en manos de confianza,
sabía que era hora de luchar por Lucia.